miércoles, 20 de octubre de 2010

El “Oneguin” de Eifman, un hito del nuevo ballet ruso

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Photo by V.Baranovsky, Onegin_Eifman

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La gira peninsular de la más importante compañía moderna de Rusia empieza hoy día 19 en Málaga y se extiende hasta fin de mes

ROGER SALAS, Palma de Mallorca

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El ballet moderno ruso tiene en el coreógrafo siberiano Boris Eifman (Rubtsovsk, Altaii-Krai, 1946) su mejor valedor, que fundó su propia compañía como un teatro de danza experimental en 1977 en la antigua Leningrado. Ahora el Eifman Ballet de San Petersburgo, una flamante gran compañía de ballet contemporáneo, trae a España en una amplia gira hasta fines de octubre su última creación: “Oneguin”, basada en la obra homónima de Alexander Pushkin. La compañía de hoy está renovada con más de 60 bailarines de gran porte y energía. No es verdad que no exista el ballet moderno como tendencia en Rusia, de hecho, siempre ha estado ahí, sorteando dificultades, censuras en la época estalinista y posestalinista.

Ampliamente glosado por la crítica europea y norteamericana, Eifman (que nunca eludió un aire contestatario en sus propuestas) ha consolidado un estilo fluido y potente que podemos cifrar con el verdadero ballet moderno ruso, y es precisamente San Petersburgo su crisol, donde no siempre ha sido aceptado con benevolencia ni de buen grado. En tiempos tuvo que luchar lo suyo a contracorriente (no pisó el Bolshoi de Moscú hasta apenas unos pocos años con una estrecha panorámica de tres de sus ballets).

Tras sus experiencias con argumentos clásicos extraídos de la gran literatura rusa como Ana Karenina o los hermanos Karamazov u otros éxitos como la “Giselle Roja” o el “Hamlet ruso”, Eifman explora otra vez el alma rusa a través del “Oneguin”, pero trayendo la acción hasta el siglo XXI. La trama arranca en 1991, en los momentos de descomposición del sistema soviético y llega hasta el mundo esperpéntico de los nuevos ricos y oligarcas de la Rusia de hoy, representadas por un millonario ciego y su corte particular. Eifman ha mejorado mucho en su calidad coréutica específica, se puede asegurar que ha entrado en una productiva madurez en la expresión y en el reglado de conjunto.

Sobre una partitura que retoma fragmentos sinfónicos y de cámara de Chaicovski junto a incursiones electroacústicas (también de gran belleza) de Alexander Sitkoveyski, Eifman estructura un ballet coral en dos actos donde la historia se sigue con enorme facilidad. El arranque, con los acordes del concierto para piano y orquesta número 1, es brillante, de impacto visual. La estética de unos decorados creados por Zinovi Margolin e inspirados claramente el constructivismo ruso de los años veinte del siglo pasado (y donde están de verdad los orígenes del ballet contemporáneo y geometrista de mucho después) se complementan con el vestuario ideado por Olga Shaishmelashivili y Piotr Okunev donde no faltan también los guiños a las vanguardias y a la época del oro del teatro moderno ruso.

Conocedor de las herramientas del gran ballet coral y a la vez oteando en un mundo expresivo particular más terrenal e individualista, Eifman ha ido cuajando su estilo y manera de contar historia, sabiendo que el ballet narrativo es la piedra más dura de tallar en la escena de danza. Eifman, como si de un escultor se tratara modela en la Tatiana de Anastasia Sitnikova una personalidad que inspira poesía en su fragilidad trágica; lo mismo sucede con el Lensky de Dimitri Fisher, intenso y entregado. El Oneguin de Oleg Gabishev (que tiene un salto poderoso y una presencia rotunda) aporta toda una paleta de acentos románticos contenidos y muy imbricados en el estilo. Este “Oneguin” dice que el ballet narrativo es hoy posible en toda su grandeza y desde una modernidad medular y latente. En San Petersburgo se sigue construyendo para Eifman (el proyecto tiene más de una década) un gran centro coreográfico con su propio teatro. Lo merece sin fisuras, pues su papel será reivindicado con el tiempo. Aún a sabiendas de que todas sus obras no han sido aciertos y que por el camino ha abierto perspectivas reconocibles dentro de la tradición del ballet narrativo de gran formato, muy distante y diferenciado de otras corrientes del mismo en Occidente, como pueden ser los ejemplos de Cranko, MacMillan y más recientemente Neumeier. Todos ellos, por cierto, han tenido también a la literatura narrativa clásica rusa como material inspirador de cabecera.

La gira española del Eifman Ballet de San Petersburgo con “Oneguin” comenzó el pasado sábado día 16 en Palma de Mallorca y continúa hoy día 19 en el Teatro Cervantes de Málaga; día 23: Centro Cultural Caixa Nova de Vigo; día 25: Palacio de la Ópera de La Coruña; día 27: Palacio Euskalduna de Bilbao; día 28: Teatro Principal de Vitoria; día 29: Teatro Jovellanos de Santander y día 30 Palacio de Festivales de Santander.

© Roger Salas

© El País

 

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