domingo, 29 de mayo de 2011

DANZA - En la habitación sin vistas - AL MENOS DOS CARAS

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Sharon-Fridman

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DANZA

 

En la habitación sin vistas

Al menos dos caras

Projects in movement. Coreografía: Sharon Fridman y Arthur Bernard Bazin; con Antonio Ramírez; música: L. M. Cobo; escenografía: 4play; vestuario: M. Llop; luces: P. Parra.

Teatro Pradillo. Hasta el 29 de mayo.

ROGER SALAS

Es una suerte, por las razones que sean, que este talentoso y sorprendente artista israelí recalara en Madrid y decidiera establecerse en la meseta para hacer su obra coreográfica. Sharon Fridman (Hadera, 1980) desde que llegó a España ha despertado interés y sobre él se han escrito más banalidades que certezas, a la vez ha ido madurando un arte generoso y sensible; más que elogios, precisa de estudio y disección. El foco sobre su material debe situarse en una búsqueda estética muy precisa, algo que se ha podido ver desde su primer solo (Beyond) hasta su dúo anterior (Carlos & Me). Sus registros son amplios y sus bases escolásticas aparecen armonizadas. Ahora Fridman elabora un pas de trois para dos bailarines y maromo (o tramoyista fisgón), inquietante tercera figura que emerge desde las sombras como el punto de apoyo en un cuadro barroco. Es un actor que ayuda a mover el ingenio mecánico, esa carra modular que se transforma en tabernáculo ritual, habitación, lecho, refugio y cárcel.

sharon2.fridman

El poema del programa de mano, de escaso valor formal, trata de implicar al espectador, de hacerlo cómplice y participativo voyeur (el espejo transparente entra en este juego). Ingenioso, perturbador, este bailarín-coreógrafo elude toda vertical al principio, escorza y tortura su propio paso al plantear el discurso. El exterior es amenazante, y la poderosa música de Cobo, que sobrepasa con mucho el carácter incidental para empastar la atmósfera de una danza llena de significados frase a frase, da las referencias, oprime el aire, atomiza la acción.

Los dos bailarines se exprimen ejemplarmente en escena. Ellos se aportan una contrapartida electrizante y visceral que llega al biotipo, al contraste físico. Al hermoso casquete rubio y medieval de Sharon se oponen los rizos rebeldes y brunos de Arthur. Ambos son viriles y suaves a la vez; tejiendo un amplio dibujo de tensión en espirales a veces concéntricas y a veces dejando a los círculos abrirse hacia otras formulaciones tangentes. El dibujo, por torturado o complejo, nunca es turbio, resulta leíble desde el análisis coréutico. El abrazo funciona como leit motiv, casi como un manto figurado de protección y arrobo, algo que se desea y se rechaza.

La escenografía, de clara inspiración constructivista, es un interior doméstico desnudo y sin vistas, agonístico, donde la lucha cuerpo a cuerpo esmera los brotes de una personalidad torturada e inquieta que busca su sitio, cercando una lógica a través de la expresión corporal muy controlada. Esa especie de biombo chino (parte en origen de un baúl teatral o flight cases) al descomponerse sus piezas sueltas forman al fondo de la escena una especie de skyline y el socorrido playwood (o contrachapado) resulta convincente como digno material que ganará con el uso una pátina de degradación que va convoyada al proceso, será su lustre.

Ese viaje lírico por su azotea, quizás más mental que físico (se piensa en La sonámbula de Balanchine), al principio y al final, reafirma la voluntariosa circularidad, un horizonte de soledad sobre los cálculos. Y surgen dudas en cuanto al vestuario: algo no encaja bien; la compleja técnica de desplazamiento coordinado debe ser pulimentada, pero esta obra es ya una pequeña maravilla, un esmerado regalo para los sentidos.

© Roger Salas / El País

sharon3

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FE DE ERRORES:

Identificación errónea de los bailarines de la obra “Al menos dos caras

Por un error involuntario y una mala información, tanto en mi crítica publicada en el diario EL PAIS (página 6 del cuaderno MADRID del domingo 26 de mayo/2011) como en la más ampliada de este blog, he cambiado los nombres y descripciones de los dos bailarines que protagonizan la obra “Al menos dos caras”. Sharon Fridman es el “de los rizos brunos y rebeldes” (es decir, el moreno) y Arthur Bernard Bazin es el del “hermoso casquete rubio y medieval” (el rubio). El propio coreógrafo me ha sacado gentilmente del error. Mis más sinceras excusas a los lectores y a los propios artistas. ROGER SALAS

Se adjuntan nuevas fotografías del estreno de la obra en el Teatro Pradillo.

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SHARON FRIDMAN_Robert Alday, Una escena de Al menos dos caras con Sharon Fridman (de pie), 2011

 

 

© Fotografía - Pedro Arnay, Una escena de Al menos dos caras con Sharon Fridman (de pie), 2011

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SHARON FRIDMAN_Pedro Arnay, Sharon Fridman en una escena de Al menos dos caras, 2011

© Fotografía - Pedro Arnay, Sharon Fridman en una escena de Al menos dos caras, 2011

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